El chamamé es la musica mas popular del litoral argentino. Es una danza alegre y animada que trasciende la música y se convierte en una expresión personal y colectiva. Desde lo mas profundo, nace el "Sapukay",un grito clásico en el chamamé, que expresa la alegría de compartir en comunidad.
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Antiguamente se relacionaba al Chamamé con
danzas cortesanas antiguas, que se bailaban desde la expulsión de los Jesuitas
en nuestras tierras correntinas, allí reside el origen del chamamé con la
mezcla de las distintas etnias que poblaron Corrientes, con la influencia
güaraní y de los inmigrantes europeos. Así, con acordeón y en combinación con la voz humana, el bandoneón, el
contrabajo y las guitarras, nació esta música
argentina.
En sus orígenes, el Chamamé fue una danza rural de pareja, pero la expansión por toda la zona mesopotámica primero, y por el resto del país luego se produjo también como un género vocal - instrumental.
El éxodo de correntinos hacia los algodonales y obrajes chaqueños en busca de mejores condiciones y su posterior afincamiento definitivo, ha provocado un desplazamiento hacia el este del área del Chamamé y prácticamente los estratos populares rurales de las dos provincias que responden a la pauta folklórica guaranítica, son los portadores más importantes de esta expresión del folklore musical.
Chamamé Orillero es en el que se notan influencias del tango. Tal hecho ocurre en las periferias de las ciudades del ámbito guaraní.
Chamamé Ganci o Chamamé triste es una modalidad del Chamamé y se caracteriza por su tónica, también se lo denomina Chamamé Canción.
El Chamamé Maceta de pulso y ritmo más vivos y habituales en los grupos que tocan en festivales y bailes.
El Chamamé Caté, es más elegante y en lengua guaraní.
Si atendemos a su condición de música folklórica, el Chamamé no cuenta con la antigüedad de otras danzas argentinas de esa especie y es hoy, una de las danzas populares argentinas que se baila de manera masiva en todo el país y que nunca ha perdido vigencia.
1ro.) El CHAMAME posee pasos básicos y, generalmente, se señala que su coreografía es libre;
2do.) El paseo por la pista de baile (o cancha), puede ser tomado de la mano y sin giro alguno;
3ro.) El enlace de la dama no es prieto, ni suelto. Es más bien respetuoso, y permitiría al hombre guiar a la dama con el brazo que ciñe la cintura de la misma, y posibilitar que se ajuste al ritmo de la música que, esencialmente, está orientada por el tipo de chamamé que se interpreta: kangy (lento) o kyre’ỹ (rápido);
4to.) En el Sur de la Provincia, para bailar el chamamé, los pasos de la pareja indican los tonos bajos del acordeón. Siempre dá tres pasos al frente. Puede detenerse, y desandar los tres pasos, sin girar. Luego comienza, sin despegar totalmente el pie, como arrastrándolo suavemente, y evoluciona, según la melodía, guiándose por los tonos bajos, que conservan el ritmo básico;
5to.) En muchos casos, el ritmo del chamamé orienta a la pareja de bailarines a realizar giros y contragiros varias veces;
6to.) El zapateo del hombre se produce, generalmente, en el estribillo o segunda parte de la melodía. El zapateo lo realiza siempre el varón (o damo), y sin soltar a la dama;
7mo.) El zapateo del varón puede tener variaciones. Las más conocidas son:
a) Punta y taco: Percuten con pie derecho y hace varias evoluciones;
b) Junta tacos;
c) Con repique o zapateo “pararã”;
d) Zapateo “chika-chika”, imitando al caminar del yryvu (cuervo). Se desplaza hacia el costado, con pasos cortos, como “chicando”, con saltitos breves;
e) Cepillada o Escobillada.
El zapateo, denominado “pararã”, es “un repique acompasado, que se realiza con los pies golpeando de plano, marcando la acentuación sobre el derecho, evolucionando en el mismo lugar o desplazándose hacia distintas direcciones o en una corrida con la dama tomada con el brazo derecho”.
La dama hace el “escobilleo” que, al mismo tiempo, es un coqueteo, sin perder el ritmo. Es un gracioso y ágil acompañamiento, en el que agita su pollera con la mano derecha, que ha dejado en libertad el compañero, para zapatear. Este zapateo, que es quizás el más común y difundido, denominado “pararã” (en guaraní: ruidoso, hacer ruido, etcétera), lo realiza el hombre con seis golpes alternados de planta (derecho-izquierdo), con acentuación en el pie derecho.
Cuando se realiza el zapateo, el hombre suelta su mano izquierda de la dama, manteniéndola tomada de la cintura con la mano derecha.
Ella entonces, con la mano derecha en la falda, realiza un zarandeo, como festejando el repique que realiza el compañero de baile.
El zapateo, denominado “taconeo”, es una figura que se ejecuta, lógicamente, con el taco de un solo pie, mientras el otro va “chicando” (pequeños saltos), al compás de la música. Este “taconeo” puede ejecutarse hacia el frente, o hacia el costado.
La dama aquí puede soltarse o mantenerse enlazada, situación ésta que ya fue descripta.
El zapateo, denominado “cepillada” o “escobillada” es aquél en el cual el bailarín simula cepillar el suelo, o simula limpiar el suelo, como si su pie fuera una escoba. Incluye ágiles requiebros y suaves pasadas del pie. Puede realizarse en el lugar o con desplazamiento suave hacia el costado.
El “escobilleo” suave puede ser también ejecutado por la dama, siendo éste el único paso que acompaña al zapateo del hombre y que, generalmente, ejecuta la mujer.
8vo.) El zapateo de una pareja puede ser contestado por otra, estableciéndose, a veces, una verdadera competencia, que otorga colorido a la danza y es motivo de animación y jolgorio por parte de los bailarines y el público. Esta confrontación permite el lucimiento y la galanura de las parejas y, lógicamente, la habilidad del hombre para crear variaciones rítmicas en el zapateo.
Por ello se puede afirmar que “los pasos de desplazamiento y los zapateos, admiten variantes y combinaciones que surgen de la habilidad de los bailarines”.
Por ello se debe advertir que estas interpretaciones coreográficas que señalamos, poseen diversos matices que son propios de cada pareja de baile, del ritmo de la melodía que se ejecuta en el momento, del espacio geográfico que tratamos de “zonificar”, de las virtudes propias de cada bailarín y, fundamentalmente, del poder y sentido de CREATIVIDAD que anima al correntino cuando baila un CHAMAME, una creatividad que emerge de las propias vivencias del corazón y se arraigan en su alma, que luego las traduce en los gestos, en los zapateos, en las figuras que va delineando sobre la pista de baile y que, con palabras, no pueden ser descriptas.
En sus orígenes, el Chamamé fue una danza rural de pareja, pero la expansión por toda la zona mesopotámica primero, y por el resto del país luego se produjo también como un género vocal - instrumental.
El éxodo de correntinos hacia los algodonales y obrajes chaqueños en busca de mejores condiciones y su posterior afincamiento definitivo, ha provocado un desplazamiento hacia el este del área del Chamamé y prácticamente los estratos populares rurales de las dos provincias que responden a la pauta folklórica guaranítica, son los portadores más importantes de esta expresión del folklore musical.
Chamamé Orillero es en el que se notan influencias del tango. Tal hecho ocurre en las periferias de las ciudades del ámbito guaraní.
Chamamé Ganci o Chamamé triste es una modalidad del Chamamé y se caracteriza por su tónica, también se lo denomina Chamamé Canción.
El Chamamé Maceta de pulso y ritmo más vivos y habituales en los grupos que tocan en festivales y bailes.
El Chamamé Caté, es más elegante y en lengua guaraní.
Si atendemos a su condición de música folklórica, el Chamamé no cuenta con la antigüedad de otras danzas argentinas de esa especie y es hoy, una de las danzas populares argentinas que se baila de manera masiva en todo el país y que nunca ha perdido vigencia.
1ro.) El CHAMAME posee pasos básicos y, generalmente, se señala que su coreografía es libre;
2do.) El paseo por la pista de baile (o cancha), puede ser tomado de la mano y sin giro alguno;
3ro.) El enlace de la dama no es prieto, ni suelto. Es más bien respetuoso, y permitiría al hombre guiar a la dama con el brazo que ciñe la cintura de la misma, y posibilitar que se ajuste al ritmo de la música que, esencialmente, está orientada por el tipo de chamamé que se interpreta: kangy (lento) o kyre’ỹ (rápido);
4to.) En el Sur de la Provincia, para bailar el chamamé, los pasos de la pareja indican los tonos bajos del acordeón. Siempre dá tres pasos al frente. Puede detenerse, y desandar los tres pasos, sin girar. Luego comienza, sin despegar totalmente el pie, como arrastrándolo suavemente, y evoluciona, según la melodía, guiándose por los tonos bajos, que conservan el ritmo básico;
5to.) En muchos casos, el ritmo del chamamé orienta a la pareja de bailarines a realizar giros y contragiros varias veces;
6to.) El zapateo del hombre se produce, generalmente, en el estribillo o segunda parte de la melodía. El zapateo lo realiza siempre el varón (o damo), y sin soltar a la dama;
7mo.) El zapateo del varón puede tener variaciones. Las más conocidas son:
a) Punta y taco: Percuten con pie derecho y hace varias evoluciones;
b) Junta tacos;
c) Con repique o zapateo “pararã”;
d) Zapateo “chika-chika”, imitando al caminar del yryvu (cuervo). Se desplaza hacia el costado, con pasos cortos, como “chicando”, con saltitos breves;
e) Cepillada o Escobillada.
El zapateo, denominado “pararã”, es “un repique acompasado, que se realiza con los pies golpeando de plano, marcando la acentuación sobre el derecho, evolucionando en el mismo lugar o desplazándose hacia distintas direcciones o en una corrida con la dama tomada con el brazo derecho”.
La dama hace el “escobilleo” que, al mismo tiempo, es un coqueteo, sin perder el ritmo. Es un gracioso y ágil acompañamiento, en el que agita su pollera con la mano derecha, que ha dejado en libertad el compañero, para zapatear. Este zapateo, que es quizás el más común y difundido, denominado “pararã” (en guaraní: ruidoso, hacer ruido, etcétera), lo realiza el hombre con seis golpes alternados de planta (derecho-izquierdo), con acentuación en el pie derecho.
Cuando se realiza el zapateo, el hombre suelta su mano izquierda de la dama, manteniéndola tomada de la cintura con la mano derecha.
Ella entonces, con la mano derecha en la falda, realiza un zarandeo, como festejando el repique que realiza el compañero de baile.
El zapateo, denominado “taconeo”, es una figura que se ejecuta, lógicamente, con el taco de un solo pie, mientras el otro va “chicando” (pequeños saltos), al compás de la música. Este “taconeo” puede ejecutarse hacia el frente, o hacia el costado.
La dama aquí puede soltarse o mantenerse enlazada, situación ésta que ya fue descripta.
El zapateo, denominado “cepillada” o “escobillada” es aquél en el cual el bailarín simula cepillar el suelo, o simula limpiar el suelo, como si su pie fuera una escoba. Incluye ágiles requiebros y suaves pasadas del pie. Puede realizarse en el lugar o con desplazamiento suave hacia el costado.
El “escobilleo” suave puede ser también ejecutado por la dama, siendo éste el único paso que acompaña al zapateo del hombre y que, generalmente, ejecuta la mujer.
8vo.) El zapateo de una pareja puede ser contestado por otra, estableciéndose, a veces, una verdadera competencia, que otorga colorido a la danza y es motivo de animación y jolgorio por parte de los bailarines y el público. Esta confrontación permite el lucimiento y la galanura de las parejas y, lógicamente, la habilidad del hombre para crear variaciones rítmicas en el zapateo.
Por ello se puede afirmar que “los pasos de desplazamiento y los zapateos, admiten variantes y combinaciones que surgen de la habilidad de los bailarines”.
Por ello se debe advertir que estas interpretaciones coreográficas que señalamos, poseen diversos matices que son propios de cada pareja de baile, del ritmo de la melodía que se ejecuta en el momento, del espacio geográfico que tratamos de “zonificar”, de las virtudes propias de cada bailarín y, fundamentalmente, del poder y sentido de CREATIVIDAD que anima al correntino cuando baila un CHAMAME, una creatividad que emerge de las propias vivencias del corazón y se arraigan en su alma, que luego las traduce en los gestos, en los zapateos, en las figuras que va delineando sobre la pista de baile y que, con palabras, no pueden ser descriptas.
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